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CRÍTICA Por Roberto González Oliveira
Gustavo
Maschi encuentra una de las salidas del Laberinto En una de sus últimas conferencias, escuché decir a Borges, en el Ateneo de Montevideo, frente a una pregunta sobre el por qué de la recurrencia a la imagen del laberinto en toda su obra que: ¨El laberinto es un símbolo evidente de la perplejidad y la perplejidad ha sido una de las emociones más comunes en mi vida ¨. Y
perplejidad es la primera impresión que se percibe a1 ver las máscaras
de Maschi, por eso traje a cuento este intimo reconocimiento de Borges,
porque nos permitirá entender un poco más los verdaderos mensajes de los
rostros que nos hablan desde las paredes de esta muestra. Siempre
la representación de la figura humana, ¨ la mimesis con lo natural ¨-
como decía Platón cuando se refería al arte - ha facilitado a los
artistas el camino de la comunicación y la entrada al laberinto de la
psiquis del que contempla. Este
pequeño atajo fue perfeccionado hasta su más alto exponente por la
cultura greco-romana, ¨la humanización de lo divino y la idealización
de lo humano¨ son los dos principios básicos que desarrollaron este
mundo y por eso su arte tiene las más bellas representaciones de la
figura humana. Mil
quinientos años después, superado el paréntesis Medieval, la mimesis en
el arte es recuperada con maestría y genialidad por los artistas del
Renacimiento; éstos llegan a su lógica conclusión en ¨ el hombre de
Vitrubio¨de Leonardo, que recoge varias claves del pensamiento
Renacentista.¨ El hombre nuevamente volvía a ser la medida de todas las
cosas¨. En
la obra de Maschi, la lógica narrativa también utiliza el clásico atajo
de la mimesis con una variante de lo más extraña y de enorme contenido
poético, que es el resultado ciclópeo intento de transposición de
practicas estéticas. La máscara, el primerísimo plano, la rostrificacion absoluta de la imagen utiliza Maschi en sus trabajos, nos remiten invariablemente a la estética del cine y en este mundo, la máscara ya no es solamente una cabeza humana, es un rostro en primer y esto si...que es otra cosa. Todas
las prácticas estéticas tienen zonas de contacto cuando se encuentran en
las instancias de producción; algunas veces y, dependiendo del
dispositivo que use el artista, resulta más sencillo hacerlas
interactuar, pero este no es el caso. Gustavo Maschi no eligió las más fáciles,
por eso creo que nos encontramos frente a un verdadero experimento de
transposición entre literatura, escultura y cine. La
resolución a este problema estético se encuentra en las decisiones
formales que toma Maschi, que dan como resultado final una perfecta
presentación de la escena de enunciación y unos objetos inquietantes y
bellísimos.
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